David Barrufet debutó en la selección cuando yo era el seleccionador. Fue una circunstancia puntual, porque, hubiese estado quien fuese en el puesto de seleccionador, tendría que haber contado con él. En aquel momento, 1990, estaba preparando el equipo para los Juegos Olímpicos de Barcelona y ya intuía que iba a ser un buen portero.

Los hechos y su trabajo constante, porque es un gran profesional, me han dado la razón. Desde que debutó conmigo en 1990 hasta hoy ha sido un trabajador incansable, que se ha dedicado de lleno al deporte y al que nadie le ha regalado nada, porque todo se lo ha ganado por méritos propios.

Es honesto, serio con su trabajo y un gran profesional. Además, Barrufet tiene una calidad impresionante, tanto como persona, como bajo los palos que tantas veces ha defendido.

También, ha sabido unir una cualidad más en su carácter y personalidad que le hace ser diferente: su capacidad de aunar el vestuario y ser dentro de él el líder que todos los demás buscan. Por eso ha sido durante tanto tiempo el capitán de la selección española y lo es del Barcelona.

Me alegro haber confiado en él en su momento, porque no me ha defraudado. Y me alegro que haya tenido una despedida a su altura con esta medalla de bronce y el cariño de todo el equipo. Se lo merece.